Historias del deporte
A los 20 años, tras una vida deportiva y social en Belgrano Athletic, se decidió por otra disciplina y ahora sueña con los Juegos Olímpicos de Tokio; Usain Bolt fue su inspiración
26 de abril de 2021 21:04:00
Se entrena duro, trabaja a conciencia porque sabe que sin preparación no hay meta que se alcance. Sueña. Cree. Mira la vida desde la óptica de un joven de 20 años. La entiende como un profesional, porque así la siente, la planifica y la construye. Franco Florio irrumpió en el atletismo nacional y revolucionó todo a su alrededor. Consciente de sus condiciones apostó por el deporte y aprendió a equilibrar sus tiempos para estar en la actualidad a una centésima del récord nacional de mayores y cerca de alcanzar la clasificación olímpica.
"El objetivo es la clasificación a Tokio y es claro. Pero antes está el Sudamericano de mayores, donde voy a buscar un podio para poder llegar a conseguir una beca con el atletismo, que también es muy importante para seguir progresando. En cuanto a la clasificación olímpica, con los puntos que tengo y sacando un podio en mayo estaríamos adentro. Pero hay que seguir, también hay que ver qué pasa en el mundo y esperar a que compitan. Esa es la idea y si no se da, hacer la marca mínima, que es un poco más difícil, siempre apuntamos a ella. La idea es tener la cabeza fresca y concentrada en esta primera mitad con Tokio como destino", explica, sin titubear, el velocista.
Hace tres años que se animó a incursionar en lo que para él era desconocido. Su vida deportiva -y social- siempre habían sido alrededor del rugby y en su club, Belgrano Athletic. Pero, asombrado por el poderío de Usain Bolt en la carrera de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Río, decidió tomar la iniciativa. Se la jugó y, como pidiendo permiso, entró en un mundo que lo cautivó. Lo llevó a aprender la anatomía del cuerpo, la importancia de la alimentación, la función de los descansos, a trabajar en otros tiempos. La pandemia hizo que su paso por el atletismo se hiciera exclusivo. Y así, de shorts y con la camiseta nacional puesta, charla con LA NACION desde las gradas de la pista de atletismo del Cenard, su nuevo hogar.
-¿Cómo fueron estos primeros pasos dentro del atletismo?
-Costó un poco porque empecé haciendo los dos deportes y eran distintos. Porque hacía el gimnasio de atletismo solo, corría solo y en rugby estaba con todos mis amigos, cargamos la barra entre varios, vas hablando, pensando en el fin de semana, hablas de cosas tal vez que nada que ver con el deporte.... Pero nada, es verdad que después en la pista estás solo y cuando entrás a la cancha estás rodeado con ellos... así que se entrena como se juega.
-¿Costó la adaptación y amoldarse a un nuevo ambiente de entrenamientos?
-El primer día me acuerdo que llegué con la camiseta de los Pumas y Javier Morillas [N. de R: su ex entrenador] me empezó a explicar todo desde cero... 'Mirá, acá hay que elongar, las entradas en calor acá son más largas...' me fui instruyendo un poco... y cuando le dije que mi idea era hacer ambos, no tuvo objeción y desde un primer momento me ayudó. Me empezó a llevar tranquilo, venía dos veces por semana, y después hacia rugby... siempre se lo agradezco porque él apostó por mí desde el primer momento. Jamás sentí miradas desconfiadas, para nada. Si cuando empezás a competir se dan algunos resultados, estaba la pregunta 'che, ¿quién es este pibe? Pero nada, siempre todos muy predispuestos. Me ayudaron mucho acá. Me aconsejaron desde qué zapatillas usar... no sabía ni lo que era un spike... hasta darme una mano en la pista.
-¿Cómo fue que decidiste dedicarte ciento por ciento al atletismo este último tiempo?
-El año 2020 lo empecé yendo al Sudamericano Indoor de mayores, en el que quedé tercero en los 60 metros y dos semanas antes había estado haciendo la pretemporada de rugby tanto en el club como en el seleccionado. Al torneo ya no llegué bien, estaba muy fatigado. Estaba corriendo seis kilómetros para pasar a correr 60 metros, es innecesario y es una diferencia muy grande. Después vino la cuarentena y nada se reactivó, y empecé a ver que el rugby, ni el club, ni el torneo iban a volver al corto plazo, y fue ahí que me decidí a volcarme de lleno al atletismo. Corrimos rápido, y si seguimos manteniendo estos tiempos que hicimos podemos entrar a Tokio, así que es un poco la idea, aprovechar este envión de no estar haciendo rugby, porque te saca mucha energía. Eso ya lo descubrí porque llego a los torneos descansado, algo que no me pasaba. Iba a competir después de estar martes y jueves golpeándome, haciendo juego aéreo, y después ir para correr 100 metros es una diferencia muy grande y más cuando querés competir en un Mundial o en un Juego Olímpico. Por eso ahora ya sé a dónde apunto y entiendo. Sé que la energía la tengo que tener al 110 por ciento en el atletismo.
Sencillo y ligero. Estudioso. Franco Florio sabe a lo que juega y no planea abandonar. Se crió en un deporte de equipo, y hoy, recorre los andariveles de uno individual. Cambió el chip en pos de uno de sus sueños y hacía allí va. Tiene su meta, su plan y convicción. Se refugia en su familia, busca distracción con sus amigos, y paz en los rincones de su hogar. No se apresura, confía en el proceso y avanza. Entre ceja y ceja tiene Tokio marcado a fuego, pero es cauteloso: sabe que su recorrido recién comienza y que -si no se da- oportunidades no le faltarán.
Fuente: La Nación
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