Diego Schwartzman se consagró campeón del Argentina Open con una gran actuación ante Francisco Cerúndolo

El número 9 del mundo obtuvo su primer triunfo en nuestro país y su cuarta corona en el ATP Tour, frente a la gran revelación del certamen.

9 de marzo de 2021 20:03:00

Diego Schwartzman, el tenista del que médicos y expertos en las raquetas aseveraron que no podría arribar a la elite por su altura, hace años que se acostumbró a contradecir a los pesimistas. La temporada pasada, al llegar a las semifinales del Abierto de Francia, al Top 10 (fue 8°, hoy es 9°) y clasificarse para la Copa de Maestros de Londres, dio un distinguido salto de calidad. Pero, con los 28 años, volvió a escribir un capítulo de novela; uno más. Después de trece años, el ATP 250 de Buenos Aires volvió a lucir un campeón local (David Nalbandian, en 2008, había sido el último antes del dominio español). En la 27ª final entre argentinos de la Era Abierta (desde 1968), el Peque se consagró en el court central Guillermo Vilas exhibiendo su jerarquía y venciendo por 6-1 y 6-2, en 1h20m, a Francisco Cerúndolo (22 años), que soñaba con ganar y ser, junto con Juan Manuel (el precoz ganador del Córdoba Open), los primeros hermanos en obtener títulos individuales de la ATP en semanas consecutivas.

A diferencia de Juan Manuel, el menor de los Cerúndolo, que adoba cada peloteo con distintos condimentos dependiendo de la estación (el rival), Francisco solamente utiliza el ají de la mala palabra; de su raqueta sale fuego. Schwartzman no lo había enfrentado, pero lo conocía muy bien. Por ello, su estrategia fue clara desde el primer momento: no economizar energía, intentar que los puntos fueran largos y que Cerúndolo jugara incómodo, que tuviera que desplazarse de una punta a la otra e impactar varias veces durante cada punto. Se sabe: Francisco castiga la pelota, no se caracteriza por la paciencia y su patrón de juego admite pocas pelotas por punto. En ese escenario, siempre el riesgo para el artillero es no estar con puntería; los errores son inevitables.

Schwartzman, que tras vencer al español Jaume Munar en los cuartos de final del certamen porteño aseveró que se sentía jugando bien por primera vez desde octubre en Roland Garros, enfrentó la final con el beneficio de conocer (emocionalmente) lo que estaba por delante, frente a un rival que jugó su primer partido en el circuito mayor hace pocos días, en Córdoba. En su undécima final en el tour, el jugador entrenado por Juan Ignacio Chela y preparado físicamente por Martiniano Orazi quebró el servicio de Cerúndolo de entrada (1-0), sostuvo su saque con autoridad (2-0) y repitió la producción en el tercer game (3-0). Recién en el cuarto juego, con el Peque sirviendo por 3-1, Cerúndolo contó con su primera chance de break, pero no pudo concretarla y Diego siguió avanzando en el score (4-0).

Sin tanta determinación con el drive, Cerúndolo halló en el drop un recurso que por momentos le permitió sorprender y ganar algunos puntos rompiendo el molde. Pero no fueron suficientes. Schwartzman, sólido y prácticamente sin fallar el revés, siguió jugando con lucidez y electricidad en las piernas. Con amor propio y alentado por un puñado de amigos en un codo del estadio, Francisco forzó las acciones hasta poseer una chance de quiebre con Diego sacando 5-1, pero no la pudo aprovechar; le faltó autoridad. Schwartzman, cada vez más cómodo en el court, volvió a presionar y a hacer añicos la esperanza del entrenado por Waly Grinovero, le quebró el saque y cerró el set, por 6-1.

Poco se alteró en el segundo parcial. Schwartzman, dueño de una de las devoluciones más destacadas del circuito, martilló otra vez el estado de ánimo de Cerúndolo, rompiéndole el saque en el segundo game (2-0). Así y todo, en un aforo bullicioso, con aproximadamente 500 espectadores (hubo sólo invitados, entre ellos el actor Ricardo Darín), Cerúndolo no se frustró por completo. Es más, con el escaso combustible que le quedaba, volvió a castigar con el drive, Schwartzman mostró sus primeras dudas del match y cedió el servicio por primera (y única) vez. Pero pese a ello, Cerúndolo, el segundo jugador en llegar a la final del Argentina Open luego de superar la clasificación (José Acasuso, en 2001, fue el primero), ya no tenía demasiados recursos reales como para preocupar al Peque. Schwartzman lo advirtió, volvió a apretar el acelerador y le quebró el saque a Francisco dos veces más, primero para el 4-2 y, después, para el 6-2 final. Así, el Peque se encumbró como el quinto campeón argentino de la historia del torneo (desde el 2001), tras Coria, Gaudio, Mónaco y Nalbandian.

A Schwartzman, esta vez, no le pesó jugar como local con el agregado de ser el máximo preclasificado (o, al menos, lo disimuló bien hasta el desahogo del final). No perdió sets en todo el torneo (lo mismo había logrado en el ATP 500 de Río de Janeiro 2018). Cerúndolo, tras su primera final en el tour, subirá 25 lugares (del 137° al 112°). A los dos, por distintos motivos, les costó desarrollarse profesionalmente y dar el salto de calidad en sus carreras. Ambos son ejemplos de superación y, hoy, son ganadores. El tenis nacional sonríe. Tiene presente y también futuro.

Fuente: Cancha Llena Deportes

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